La sopa de Hasán

La sopa de Hasán

02/06/2016

 

Hace tiempo que descubrí esta historia. Me dejó pensando y reflexionando, como sólo lo hacen las buenas historias.

Hoy la comparto con vosotros/as. ¿Quién dijo que los cuentos son sólo para niños/as?

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Hasán, hombre rico y poderoso, abandonó su fortuna y su rango para estudiar con el maestro Abdul Effendi. A pesar de todo el trabajo y de la evolución que llevó a cabo al lado de Abdul Effendi, éste observó que no se liberaba de su orgullo, defecto que le venía de la muy elevada posición que ocupaba con anterioridad. Abdul Effendi decidió darle una pequeña lección. Le llamó y le dijo:

-¡Ve al mercado y tráenos cuarenta kilos de tripas de cordero! ¡Pero debes traerlas cargándolas sobre tus espaldas!

Hasán se fue hacia el mercado, que estaba situado en el otro extremo de la ciudad. Una vez allí compró las tripas y las cargó sobre sus espaldas. Sanguinolentas como estaban, no dejaron de mancharle de la cabeza a los pies y fue en este lamentable estado hasta que atravesó media ciudad a fin de hacer entrega de su cargamento. Como era conocido como un hombre muy rico, cada transeúnte con el que se topaba le hacía pasar un verdadero suplicio. Por más que tratara de no parecer preocupado, sentía una profunda humillación.

A su llegada, el maestro le ordenó que llevara las tripas a la cocina para que prepararan con ellas una sopa para toda la hermandad, pero el cocinero anunció que no tenía un caldero lo bastante grande que pudiera mantener semejante cantidad de despojos.

-¡Eso no es problema! – repuso el maestro mirando a su discípulo -. ¡Ve al charcutero de la ciudad y pídele que te preste un caldero!

Hasán, totalmente manchado como iba de la cabeza a los pies, se vio obligado a dirigirse al establecimiento del charcutero, que estaba situado en el otro extremo de la ciudad. De nuevo, cada transeúnte que se cruzaba en su camino sometió su orgullo a dura prueba. Mortificado por tanta humillación, trajo el caldero a la cocina y acto seguido fue a limpiarse. Un poco más tarde el maestro le llamó y le dijo:

-¡Ahora, vuelve a hacer el camino del mercado y pregunta a todos los transeúntes con los que te cruces si han visto a algún hombre llevar un montón de tripas sobre sus espaldas!

Él hizo la pregunta a todas las personas con las que se cruzó y todas ellas le respondieron negativa o muy evasivamente: nadie había visto a ese hombre y los que lo habían visto no se acordaban ya de su cara. De vuelta a la Hermandad, el maestro le pidió que repitiera la experiencia a lo largo del camino del charcutero. También allí el resultado fue idéntico. Nadie se había fijado en un hombre manchado de sangre que llevaba un caldero. Cuando Hasán informó a Abdul Effendi del resultado de su pesquisa, éste observó:

-Como ves, nadie te ha visto. Tú creías que la gente se fijaba en tu vestimenta, pero no era así. Eras tú quien proyectaba tu mirada en los demás.

 

"La sabiduría de los cuentos" - Alejandro Jodorowsky

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